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MIS OBSESIONES

La tierra de los muertos

En la novela Jane Eyre, de Charlotte Bronte, la protagonista, durante una epidemia de tifus que afecta al internado en el que se encuentra y que diezma a las alumnas, reflexiona de la siguiente manera:

"Me sentí rodeada por un abismo impenetrable. Sólo existía un punto firme: el mundo en que me apoyaba, y todo en torno, eran nubes imprecisas y profundidades vacías. Me estremecí ante el pensamiento de verme alguna vez precipitada en aquel caos."

A este agujero negro debieron de verse abocados los 1.200 prisioneros que fueron quemados vivos por las SS alemanas en una granja de Gandelegen. Varios de ellos excavaron en el suelo con las uñas para poder pasar por debajo de las paredes, aunque no lograron sacar más allá de la cabeza antes de morir calcinados. Y también probablemente la presencia de la muerte era constante e inmediata para los internos de la Universidad de Alcalá a principios del siglo XIX, cuando no era más que un edificio situado en un terreno bajo y pantanoso que propiciaba inevitables brotes de malaria al llegar el verano. Por no hablar de lo que debieron de sentir los pasajeros de los aviones secuestrados por los terroristas musulmanes una vez comprendieron cuáles eran sus objetivos.

Cuando me ha afectado la muerte de cerca, siempre he experimentado una sensación de intensa impotencia y de desgarro. Mi razón me empuja a creer que al morir no queda nada de nosotros, dejamos de existir para siempre. Entramos en el sueño eterno. A veces, tomar conciencia de este hecho hace que lo pase muy mal cuando empiezo a pensar en ello. La certeza de que desapareceremos quita sentido a cualquier tipo de finalidad de nuestra vida, que es lo más preciado que podemos poseer. Normalmente la idea me obsesiona y me afecta en un ámbito físico, en forma de periodos de visitas continuadas al médico o de depresión por la convicción de que en mi cuerpo hay algo enfermo que terminará por hacer más breve de lo normal aquello que amo fervientemente: la vida. "Lo último en lo que pienso es en que voy a morir", me comentó un día un amigo, palabras que considero francamente envidiables. Y aunque no todo el mundo se preocupe por igual, lo cierto es que la muerte genera una fascinación intrínseca al ser humano, la única especie que es consciente de que va a morir.

Hace unos años vi Los otros, de Alejandro Amenábar. Recuerdo que lo mejor de la película era, quizá, el álbum en el que salían fotografiados los muertos. Supongo que lo que todo el mundo se preguntó entonces es si realmente existían a finales del siglo XIX ese tipo de fotografías morbosas. Y esta página web demuestra que sí. En aquella época algunas personas fotografiaban a sus familiares muertos como si estuvieran todavía vivos, como último recuerdo. Querían resarcirse del arrebatamiento de la muerte con esa artimañana barata y sinceramente, visto desde la perspectiva actual, patética: "ha muerto, pero nos hemos llevado un último recuerdo".


¿Cómo le dejaron a este tipo hacerse esa foto?



La página parece pasto de esos tipos que van de góticos y profesan amor por la muerte y tonterías por el estilo. Pero al visitarla, quedan patentes varias cosas. Primero, que a finales del siglo XIX la mortalidad infantil era abrumadora, ya que el 90% de los fotografiados son niños. Y segundo, que las expresiones rígidas con la clara huella de la muerte, los miembros inertes pero situados por el fotógrafo tratando de simular a un niño durmiendo o tranquilamente sentado, no dejan de demostrar irónicamente, con su grotesco resultado, la necrofilia que ocultaba ese tipo de actos. La morbidez que significaba afrontar la muerte de esa manera, recreándose en ella y mezclándola con lo vivo de una manera obsesiva. Por otro lado, tampoco tienen desperdicio los comentarios a las fotos. Los visitantes a menudo identifican el parecido del fallecido con alguien, o calibran el sufrimiento que debió de padecer el muerto en su agonía a juzgar por la expresión de su rostro, o incluyen seudorreflexiones sobre la belleza de la muerte propias de chicas que visten de negro y cuya película favorita de todos los tiempos es "El cuervo". Y muchas otras veces se limitan a expresar su compasión.

Una última anécdota. Hace bastantes años, en un pueblo de unos 200 habitantes, cercano al mío, se descubrió mientras se remodelaba la plaza mayor un antiguo cementerio romano. Durante unos días, no hubo ningún tipo de vigilancia en la zona. Y un amigo mío aprovechó para colarse en la fosa y llevarse en un saco un esqueleto completo. Se dedicó a dar una curiosa utilidad a cada uno de los huesos: convirtió el cráneo en un cenicero, hizo llaveros con los dedos, etc., y después vendió su material a los chicos del pueblo. Lo vi hace poco y recordamos aquel hecho. "Es una lástima -me dijo-, si me hubiera quedado con todo el esqueleto, ahora hubiese podido llevarlo a un museo y me hubieran pagado por él una pasta".

12 comentarios

Dr Zito -

Hola, Mr Glasshead. Veo que sigue en forma (espero). Venia a decirle que he vuelto a las andadas. Que lo sepa.

PD: Muy bueno lo de Fruno por cierto. Me cae muy bien pero esos posts tan cortos...

Bofifa -

a mí particularmente me preocupa más cómo aprovechar mi vida, que creo que eso es más importante. Ante la muerte poco se puede hacer, en la vida, algo sí. Si alguna vez tengo esa sensación moriré cuando tenga que morirme y tranquilo.

Mr. Glasshead -

Coronel: lo de la gente que sabe cuándo va a morir sí es particularmente terrible, porque ni siquiera tienen la vía de escape, el consuelo, de pensar que no tienen motivos razonables para que sea así. Pienso en los que van a ser fusilados, por ejemplo.

Civ: en breve prepararé un artículo sobre los góticos/as. Las góticas son algo curioso... no digas delante de ellas que Cure no molan o que Bunbury es un capullo... parecen un experimento genético realizado en una granja de Alabama.

Civ -

Yo intento no pensar en la muerte porque, al igual que tú, me acabo hundiendo al pensar en que no hay nada después, y perder todos los recuerdos, pensamientos... Es horrible, cómo envidio a los que tienen verdadera fe en una vida después de la muerte. Muy bueno el artículo.

Hey, en cuanto a los góticos, pues no voy a negar la tontería mental de la mayoría, pero tampoco que esas ropas negras les sientan muy bien a las góticas, yummm :D

Coronel Kilgore -

jajaja, genial imagen... ya esperamos ese post, sr. Engelson

Coronel Kilgore -

Mr. GlassHead, está claro que a mi me jodería muy mucho diñarla mañana, pero vamos creo que PRE-ocuparse carece de sentido.

La putada es la gente que SABE que va a morir en un plazo, o aquellos que son torturados, esto si que me pone los pelos de punta...

Vamos, como diria W. Allen: "No es que tenga miedo a morirme, es tan solo que no quiero estar allí cuando suceda."

Mr. Glasshead -

Jajaja, buenísimo el resultado! Bueno, no hace falta decir que todas las imágenes de por aquí son absolutamente fusilables. Sobre todo si se las contextualiza tan bien, jajaja

engelson -

Aviso que te he fusilado una imagen para un próximo post, puedes ver el resultado en :
http://www.lacoctelera.com/myfiles/engelson/def.jpg

Mr. Glasshead -

Kilgore, yo en cambio, en lugar de llegar a una ataraxia en ese sentido, he ido incrementando mi obsesión, que se manifiesta sobre todo en periodos de alto estrés y agobio. Es cierto que ser inmortal sería bastante plomo, pero mi inseguridad en ese sentido me lleva a sentirme mal por creer que no voy a durar más allá de los 40 o incluso que mi muerte va a ser inminente (aunque esto sólo lo pienso en los peores momentos).

Y por cierto: los góticos merecen todo un artículo para ellos, jeje! Aunque yo, que he conocido a varias chicas que iban de ese palo, me pregunto por qué todas ellas idolatraban a Enrique Bunbury. Recuerdo a una que vi en un programa del estilo del Diario de Patricia y que decía que le gustaba mucho escribir poesías a medianoche sobre la lápida de un cementerio... Sería una recluta estupenda para ese tipo de prácticas.

Mr. Glasshead -

Engelson: como tú bien dices, lo malo de la muerte no es sólo la muerte en sí, sino el también cómo mueres, el tránsito, sobre todo si eres plenamente consciente de lo que está ocurriendo. Por otro lado, no temas quedar como un tío profundo, yo me acabo de ganar bastantes números de serlo con el post que he escrito. A qué te refieres exactamente?

Por cierto, iba a trufar este artículo con varias fotos peculiares de la página de la que hablo, pero al final no he querido convertir esto en goticos.com, porque además no eran graciosas, sino sencillamente tétricas. La mejor que encontré fue la del tío que parece que esté tocando la guitarra con su padre muerto, por eso fue la única que puse... pero tienen tela las que hay.

engelson -

La verdad es que yo soy del tipo que no piensa demasiado en el tema. Me preocupa más el como, seguro que si llega el día me cago de miedo, pero tengo dicho que si tengo algo incurable: que me lo digan y que, para estar enchufado a una máquina, prefiero no estarlo.

Y es que lo jodido del asunto es que, tal como está el patio, hay cosas que son peores que la muerte y no estoy hablando de convertirte en un zombi. En fin, que no descubro nada nuevo porque es algo bien sabido y conocido y, diciéndolo, quedo como una persona muy profunda.

Coronel Kilgore -

Creo que ya he comentado esto, pero lo reitero: siendo aún un púber el tema de la muerte me obsesionaba tanto que sentía una agonía intensa al pensar que en cualquier momento mi existencía acabaría.

Al cabo del tiempo, ya ni pienso en ello, simple y llanamente porque he llegado a la ataraxia en este tema, realmente alguien quiere vivir para siempre?

La vida es muy compleja, deseas algo y el tiempo que es muy jodido hace que llegues a desear justo lo contrario...

Cambiando de tercio, esos que van vestidos de negro y dicen adorar la belleza de la muerte, pueden pasarse por mi campamento base, necesitamos incorporar urgentemente blancos de bayoneta humanos, con elevado nivel de inglés, dejar C.V. al recluta "gafasdepasta".