¡Discotecas!
Borriquito como tú... tururú...
A estos sitios normalmente se va los fines de semana por la noche. Y suelen estar atestados, de tal manera que es difícil no sólo caminar hacia algún sitio, sino permanecer en el mismo sin sufrir empujones, pisotones o salpicaduras de los cubalibres que accidentalmente caen al suelo. Tras cruzar una entrada en la que normalmente habrá mucha cola -si se va a los sitios punteros-, y superar el examen de un gorila con uniforme que nos mirará de arriba abajo -por si hay algún elemento de nuestro aspecto susceptible de no ser lo bastante cool para el sitio en el que se entra (incluido, claro, que nuestro color de piel no se parezca demasiado al de la raza árabe)-, entraremos en un espacio con la temperatura elevada y en el que encontrar un hueco es ya un objetivo propio de los doce trabajos de Hércules. Y aquí encontramos toda una serie de costumbres, actitudes y personajes que dan para elaborar varios estudios al respecto.
-Las feas arregladas son uno de los elementos más grotescos. Acostumbran a ir muy maquilladas, con el pelo luciendo un sofisticado ondulado, minifalda que apenas puede contener los morcillones y unas llamativas botas. Como se encuentran muy guapas y especiales, responderán con antipatía a cualquier insensato que se les acerque y no muestre seguridad o cualidades de macho dominante. Normalmente tienen una vida interior muy simple, se conocen al dedillo la discografía de Bisbal y presumiblemente trabajan en la caja de un supermercado o en un peluquería. Constituyen una parte importante del grueso de componentes femeninos que pueblan una discoteca.
El tipo éste es uno de los triunfadores de discoteca. Un chico despierto...
-Peor aún son las guapas que saben que lo son. Al igual que la categoría anterior, están muy maquilladas y, conscientes de que físicamente resultan atractivas, miran con abierto desdén a quien se atreve a acercarse a ellas. Generalmente son víctimas de los triunfadores de discoteca, de los que hablaremos más adelante, sobre todo porque no están capacitadas para aguantar demasiado tiempo una conversación más o menos inteligente o con un cierto contenido. Suelen integrar pequeñas cadenas de ellas que se cogen de la mano para llevar a cabo la costumbre de cruzar de lado a lado la discoteca, pasando entre los grupos, pisando y empujando. El caso más extremo que hemos podido comprobar es el de uno de estos portentos culturales que se dedicaba a apartar a la gente a manotazos para alcanzar sus objetivos.
En estos dos grupos quedan englobadas las chicas que suele haber en una discoteca. De lo cual puede deducirse que las chicas que acuden a estos sitios son cutres. Las que tienen mayores recursos intelectuales no van a discotecas, no tienen nada que hacer allí. Las únicas que escapan de esta clasificación suelen ser grupos de amigas no demasiado favorecidas que van por si hay alguna posibilidad de encontrar novio.
¿Y en cuanto a los chicos? Pues fácil:
-Los más irritantes son los bailadores descontrolados. Eludiendo cualquier tipo de norma de educación o del respeto al prójimo, probablemente con sus escasas neuronas afectadas por el mucho alcohol, bailan sin tener ningún cuidado de molestar con sus movimientos a las víctimas que se mueven a su alrededor. A su lado, es fácil llevarse un pisotón, varios empujones o, lo más peligroso, una quemadura de cigarro. Dentro de éstos se cuentan los grupos de amigos que bailan las "canciones" de Celtas Cortos en corro, y avanzando de atrás adelante a la par que barren con todo lo que se cruza en su camino. Otra variante es la del tipo que invade nuestro espacio y parece no darse cuenta de ello; en un momento dado, tenemos a alguien apoyado en nuestra espalda o que se cierne sobre nosotros como si nos quisiera engullir.
He aquí un borracho, posando con unas chicas ciertamente extrañas.
-No menos ridículos son los triunfadores de discoteca. Van engominados, con peinados a la última moda, y su mirada denota seguridad y ojo clínico para las piezas susceptibles de ser acechadas. Su táctica consiste en acercarse a las chicas (principalmente las guapas conscientes de serlo; las feas arregladas, si el asunto se vuelve difícil; y las feas friquis, nunca) y empezar a bailar frente a ellas con gesto simpático y atrevido, algo muy valorado por las más cutres del lugar. El objetivo es o bien pillar cacho, o conseguir que la chica le diga a sus amigas, al día siguiente: "Pues ayer conocí a un chico muy simpático" (aunque apenas hayan cruzado cuatro o cinco frases, incluida la petición del móvil), y tarde o temprano acabar también pillando cacho.
-Y otra clase de chicos discotequeros, que constituyen prácticamente una secta: los borrachos. Se les ha ido la mano con los cubatas y, aparte de lo más o menos molestos que puedan resultar con su comportamiento, lo más característico e irritante es que, si llegan a hablarnos, nos transmitirán a través de su aliento un olor hediondo, mezcla de jugos gástricos y alcohol fermentando en la lengua, agrio y repugnante, como una especie de anticipo de los vómitos que tendrán lugar en el lavabo de su casa -o en los meaderos de la propia discoteca.
No podemos terminar sin mencionar a los encargados de la barra. Si son chicos, nos mirarán con suficiencia y descaro desde el inmenso poder y responsabilidad que les confiere el hecho de que nuestro cubata -caro y, casi seguro, de garrafón- nos llegue antes o después. Y si son chicas, probablemente serán bastante atractivas y sólo por eso su actitud será la de "mírame, aunque yo estoy aquí sólo trabajando". Eso sí, en la altivez de sus comportamientos nunca dejará huella el hecho de que están cobrando una miseria por un trabajo desagradecido. De todas maneras, conozco a algunos que no son así. Pero el 90%, sí.
Así pues, gente hacinada y molesta, calor, cigarrillos peligrosos, mucho humo, camareros insufribles, gorilas agresivos que sustituyen con esteroides la falta de conexiones cerebrales adecuadas, borrachos de aliento tumefacto, meaderos infernales con colas de pesadilla y repletos de charcos de pis, gigolós de todo a cien y cajeras de supermercado que son las reinas de la noche y, lo peor de todo, una música horrorosa en la que predominan los ritmos latinos que ahora están muy de moda. ¿Qué nos motiva a acudir cada fin de semana a una discoteca? No lo sabemos.
15 comentarios
damari -
Randy -
si alguien es inteligente no tiene porque ir ahi a pasarlo bien
hay muchas mas maneras de hacerlo
pero sus cerebros no dan para mas
pobrecitos jajaaj
Sarita Percances -
alex89 -
eR MaGo -
Yo kuando voy a una diskoteka, me crearia un grupo nuevo: "EL ORGULLOSO K ESPERA K UNA TIA LE ENTRE, POR K PASA DE REBAJARSE"....(la konsekuencia k me akarrea estar en este grupo....es k valiendolo, no me koma nada (hablando SIEMPRE EN EL ENTORNO DE LA DISKOTEKA).
pos na hay keda una opinion mas de un resentido al k le duele los oidos de la ultima kagada en una diskoteka...
Casualidad -
M. Glasshead -
eLia -
M. Glasshead -
Gaylofollen -
M. Glasshead -
son -
Las de la foto de alrededor del tío, son las tías feas maquilladas(y tontas,ese es su mayor desatractivo), clarísimamente!y en la última foto yo diría que son 3 tías, la asiática deja entrever ciertos bultos muy cercanos a ser pechos...
Yo creo que sí que sabes porque vas a la discoteca, y yo sé porque voy,¿hay algún lugar en el que puedas evadirte tan completamente de todo?,a mí me parece atractiva y misteriosa, hasta podría decir que romántica (en un sentido novecentista)la actividad de ir a la discoteca Sou consciente de la realidad de lo que dices pero sólo es una parte.
PD: hace más de un mes que no voy a la discoteca.
Tu pesadilla -
¿Te ha quedado claro retrasado mental?
Si perseveras en tu actitud te vas a quedar sin manos con las que escribir. Tontolculo.
M. Glasshead -
Y en cuanto al reguetón, te aseguro que estaba pensando un artículo al respecto y que lo escribiré dentro de poco.
Gracias por aparecer por aquí y por tus comentarios.
isa -