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MIS OBSESIONES

José Rodríguez, el guapo

José Rodríguez tiene un bar en mi pueblo, en el que trabaja todo el día. Los fines de semana se le llena el bar de gente que va a ver los partidos de fútbol. Entre semana debe contentarse con los borrachos habituales. Apenas tiene veinticinco años, así que lleva un ritmo de vida elevado: duerme poco, fuma mucho, bebe más todavía y apuesta dinero al póker siempre que puede. Gana muchas veces, pero él siempre dice que no sabe jugar. Se pasa las horas escuchando la discografía de El último de la fila o, en su defecto, un grandes éxitos de Camarón. Cada vez que alguien introduce una moneda en el bote, salta hacia una campana que cuelga del techo y la toca con energía, acabando con cualquier intento de conversación.

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¿Qué oj pongo?

Pero todo esto es muy trivial con respecto a lo de verdad trascendente: José Rodríguez es guapo. Bueno, en realidad no creo que lo sea demasiado, de hecho su rostro apunta más bien hacia el prototipo de delincuente del cine quinqui español. Aunque todos lo dicen, es una especie de hecho constatado. "José puede conquistar a la chica que quiera". No tiene cultura, dejó el colegio muy joven. No tiene tema de conversación más allá de su bar, los arreglos que le quiere hacer y el mucho dinero que gana. Incluso juraría que nunca le he visto hablar con nadie más de dos minutos, ni siquiera con sus mejores amigos. Normalmente, cuando trabaja en su bar, dedica unos minutos a cada grupo, siempre con frases lanzadas al aire mientras cambia rápidamente de lugar -es un chico ocupado-, frases que tratan de ser ingeniosas o categóricas.

"Es muy buen chico", es otra verdad de consenso sobre él. Todo el mundo querría ser su amigo, o al menos caerle bien. Porque no hay nadie al que no le resulte simpático. Quizá una de las causas de esta simpatía sea su forzado acento malagueño, aunque nació en Cataluña y ha vivido aquí toda su vida (esto parece costumbre entre muchos jóvenes de mi pueblo). O sobre todo, esa modestia casi proverbial, ese no creerse nada ni mirar a los demás por encima del hombro. Posiblemente también sea un rasgo de su personalidad al que se ha llegado por consenso. Porque parece muy claro que se siente muy a gusto en su estatus de enrollado. No ha nacido para ser secundario, sino para protagonizarlo todo. Es el héroe, joven, guapo, un moderno Don Juan. Una vez me dijo en un pub: "En serio, Glasshead, yo hasta ahora he conseguido a cualquier tía que me he propuesto. Mira, tengo mi móvil lleno de números que podría usar si quisiera follar ahora mismo".

Pero se encontró con Rosa, una chica varios años mayor que él, y que no lo veía tan guapo, ni tan enrollado. De hecho, no quería saber nada de él, al menos al principio. Luego parecía que sí, pero José se mantenía cauto, no quería que nadie lo supiera, sólo los más íntimos. Sin embargo, en realidad lo sabía todo el pueblo, es más, juraría que él quería que lo supiera todo el mundo, pero de esa forma conseguía mantener su "magnetismo", su "dar de qué hablar", su "protagonismo". Hace poco el noviazgo se hizo oficial, o eso dijo alguien. Y la otra noche se me ocurrió decirle: "José, me han contado por ahí que estás enamorado". Respondió: "No". Y se giró. Todo héroe debe mantener siempre su halo de misterio.

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La gente de mi pueblo necesita ídolos.

Se me ocurrió preguntarle otra cosa. Mi amigo López andaba por allí hablando sobre putas, como siempre. Me propuso ir de "excursión" algún día (como siempre). Le seguí la corrienté y le dije que por supuesto, que podríamos hacer algo así como una megaexcursión entre todos los del pueblo. "Ya verás, López, será muy guay. Mira, por ahí pasa José. ¿Tú sabes si le gustan las putas?". López sonrió nerviosamente: "No sé, tío". Así que se lo pregunté: "José, ¿te gustan las putas?". Otra vez dijo: "No". Y se dio la vuelta. Me quedé estupefacto, porque sabía perfectamente que es un adicto a los clubs de alterne consumado y veterano, incluso en las épocas en que tiene novia.

Luego reflexioné, y me di cuenta de que José Rodríguez actuó como le correspondía. Un pueblo debe tener siempre sus héroes, sus ejemplos para seguir, sus ídolos, y no está bien ir diciendo que a uno le gustan esas cosas, aunque lo sepan todos. A la gente no le importa, él sigue siendo un tipo sincero, buen amigo, simpático, ligón y humilde, las chicas caen rendidas en sus brazos ante todos estos valores tan nobles y arrebatadores. Se ha convertido en una de esas joyas sin las cuales el pueblo se hundiría en su propio fango de mediocridad.

4 comentarios

Mr. Glasshead -

Por cierto, lo de la campanita me pone de los nervios porque además lo alarga demasiado, crispa, es muy estridente, y encima rompe cualquier conversación que se hubiera iniciado.

Mr. Glasshead -

Rutenman: opino como tú, yo también disto mucho de considerar a este tipo un héroe, pero me parece sintomático que tenga tanto prestigio ante la gente sin ser absolutamente nada, sólo un tío que se ha metido en su papel absurdo de sincero, buen amigo, etc... detrás de eso no hay nada, y yo no sé si los demás no se dan cuenta porque son tontos o porque les da lo mismo, lo cual sería peor.

Lucinda: lo cierto es que más allá del hecho de ir de putas en sí, lo que me mosquea es que luego encima no lo reconozca, es esa doble moral horripilante, porque no estaba ni su novia ni nadie al lado, por lo que tampoco era un compromiso para él responder. Y me fastidió más aún esa actitud de sobrado, "No" y te gira la espalda, como si los demás fuéramos privilegiados cada vez que se acerca (detesto esa actitud de reverencia en los amigos de mi pueblo).

Feliz año a los dos!

Lucinda -

Lo de que se vaya de putas incluso cuando tiene novia me ha dejado mosqueada. Será porque desde siempre he detestado ese estereotipo masculino (el de los asiduos a clubes y demás).

Por lo demás, el chico parece una joyica. Lo del toque de campana es un detalle muy familiar; en algunas tabernas del centro de Madrid aún lo hacen y resulta, cuanto menos, entrañable (ruidoso, también).

Qué tipo, el José éste.

Rutenman -

Me ha gustado mucho este retrato del típico héroe de pueblo. Guapo, enrollao, "sincero", simpático, que nunca va de putas -por supuesto-, etc...

Yo soy de la opinión de que los verdaderos héroes son aquellos que no gozan de la admiración de la mayoría de la gente.